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Mas alla del Bien y de Mal

miércoles, 26 de diciembre de 2007

- Árbol de la esperanza mantente firme -

En esta primer entrega del analisis de la obra de Frida , analizaremos la mesticidad influencia primitiva en toda su obra .

I. La mesticidad: su origen mestizo implica el dominio de saberes muy distintos; por un lado, los que le entrega la formación europea de su padre húngaro; y por otro, la tradición española e indígena de su madre.
De acuerdo a este primer eje, en la pintura de Frida Khalo se puede reconocer la impronta de conocimientos que le ha dejado la raza americana prehispánica.
Frida se mueve en su pintura, entre el cielo y la tierra. Así en "Árbol de la esperanza mantente firme", asume por un lado su condición femenina al situarse en el espacio de lo oscuro - hija de la luna -; y, además, aquí se concibe y se manifiesta como "ser entero", se apropia del símbolo masculino /rosetón rojo en el pelo / tocado de plumas de águila/, que al indio le permitían acercarse a la naturaleza solar / sol dios masculino, águila.

En este mismo cuadro, aparece una Frida, que bajo el dominio masculino (sol), es un ser quebrado, lacerado, sin rostro ... sin discurso.

En cambio, en el lado oscuro, tiene los adornos que la acercan a los dioses - y los elementos que la acercan a su pueblo: el exvoto "Árbol de la esperanza mantente firme". Ella no le pide a los nuevos dioses - la Virgen o los santos-, sino que a los elementos naturales "árbol de la esperanza", que son más propios de sus ancestros indígenas.


En este cuadro, en cuanto a discurso hay, por un lado, una asunción del discurso masculino y femenino histórico (dominio del hombre / sumisión de la mujer); y por otra, una invalidación de este discurso masculino a través de la utilización de elementos análogos al mito. (El sol y la luna el sol / masculino = laceración la luna / femenino = cuerpo entero).

En cuanto a la utilización del color desde la perspectiva de los saberes ancestrales: el uso del color es lo que permite que los hombres se acerquen y se asemejen a los dioses. Y en el caso de Frida, y específicamente en el cuadro, pintado para Albert Bender hay, por un lado un predominio de la figura masculina que se percibe desde varios puntos de vista:

a) El tamaño es muy superior al que tiene la imagen de Frida.

b) Es Diego Rivera quien sostiene una paleta, con lo cual podemos inferir por las relaciones que se establecen, entre los elementos del cuadro, que es él quien determina el discurso. Frida aparece apoyada en su mano (mano / sostén guía).

c) Los colores con que se representa a Diego, son oscuros: dentro de la lógica del color que hemos anunciado, son los que le corresponden a los hombres como seres no divinos. Además, y estableciendo relación con el análisis anterior, colocar a Diego en el ámbito de lo oscuro significa también feminizarlo - hacerlo hijo de la luna.

Sin embargo, aún cuando - aparentemente - Frida aparece disminuida en esta relación, como pintora restablece el equilibrio, - en un doble juego -, a través del uso que hace de los colores fuertes. Por un lado, la utilización del rojo en su zarape, establece un equilibrio a nivel de la composición puramente pictórica. El rojo y el verde son colores complementarios; pero, el conjunto - lo femenino y lo masculino aparece oponiéndose a lo oscuro - a lo femenino.

Por otro lado, la subordinación manifestada explícitamente es anulada en la medida que es Frida, a través del uso de estos colores, quien se relaciona con la divinidad y quien por lo tanto está más cerca de lo trascendente. Es probable, que no haya habido esta intención, pero este saber aparece precisamente por lo que decíamos anteriormente, Frida tiene los conocimientos de su pueblo, los acepta y utiliza. Lo anterior se refuerza con la utilización de la leyenda: "Aquí nos veis, a mis Frieda Kahio junto con mi amado esposo, Diego Rivera, pinté estos retratos en la bella ciudad de San Francisco, California para nuestro amigo Mr. Albert Bender, y fue en el mes de abril de 1931".

Ana                            Gavilanes Bravo                             Académico,                                                                        Departamento                            de Humanidades, UTEM.
http://www.utem.cl/trilogia/Volumen_16_n_25_26/p_16_4.htm


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